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CONVIVENCIA EN ALOZAINA (por Israel Pedraza)
Hay fechas que, en un principio, parecen ser sólo eso, fechas. Hay veces, muchas, que creemos que pasarán sin pena ni gloria, que caerán en el olvido, que no recordaremos de manera especial.
Hay momentos, los menos, que sí que perduran, que sí nos enseñan, que nos aportan algo que sabemos que los harán buenos.
Somos, todos, muy de decir aquello de “esto supone un cambio” o “desde este día algo se movió en nosotros”, sobre todo, en los momentos en que nos encontramos arriba de la ola, en esos momentos de “subidón”.
Pues este fin de semana, para nuestro Grupo, sobre todo para el Kraal y el Comité de Padres, ha sido uno de ellos. Ha sido, gracias a muchos momentos, muchas vivencias concentradas en muy poco tiempo, muchos juegos, risas, encuentros y charlas, gracias a la convivencia, pero también a las ganas de hacer algo bueno, gracias a las dinámicas y al trabajo de todos, gracias a la acogida, ACOGIDA, de Mariló y todo su equipo, un momento que podemos describir como importante.
Este fin de semana hemos estado en la Casa de Acogida Pepe Bravo, en Alozaina, para convivir y trabajar, el Kraal y el Comité de Padres y podemos decir, orgullosos, que ha sido muy enriquecedor para todos.
Comenzamos con una comida compartida (los Castores nos enseñan desde el primer día aquello de “Castores… ¡COMPARTIR!”), en la que Ale nos contó los objetivos del fin de semana, que no eran otros que CONVIVIR, CONOCER LA CASA y TRABAJAR PARA ASENTAR BASES PARA EL FUTURO DEL GRUPO. A continuación, una visita por la casa, donde Mariló nos explicaba, con todo el cariño del mundo, la labor tan magnífica que se hace allí (siempre haciendo “LO MEJOR”, como dirían nuestros Lobatos), demonstrándonos que un mundo mejor es posible (Ya nos lo dejó escrito nuestro BP, “dejad el mundo mejor de lo que lo encontrasteis”), que la acogida es una opción de vida y que todos merecemos cariño, amor, comprensión, escucha y, por supuesto, una nueva oportunidad.
Vimos cómo se esfuerzan por ser mejores, como están siempre listos para servir (actitud que buscan con ahínco nuestros Rangers) y como la unión de todos los miembros de casa, desde Mariló hasta el último de los acogidos, hace que todo fluya con naturalidad (vamos, como trabajan nuestros Pioneros). Ellos nos contaron (GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, Nacha, Inga y demás) sus vivencias, sus miserias que se transforman en virtudes, sus penas que pasan a ser alegrías,… Silencio absoluto, sin necesidad de levantar la mano para pedirlo, mientras tratábamos de asimilar la suerte que tenemos, mientras tratábamos de ver el SER servicio, además de ESTAR al servicio. Me quedo para mí, como creo que cada uno hizo lo mismo, los momentos poéticos de Inga, las palabras de Nacha, el brillo de los ojos de los voluntarios y la alegría de los acogidos, inundados de amor.
Por la tarde, pudimos, a través de una dinámica fantástica de Mey, comprender los cambios necesarios en nuestra vida para pasar de actitudes de confrontación a escucha, comprensión y acuerdos. Y lo mejor es que lo hicimos jugando, sin charlas grandilocuentes, sin aburridas diapositivas, sin grandes pretensiones; como hacemos los scouts, educando a través del juego, haciendo a cada uno de nosotros protagonistas de nuestras propias historias.
Fue tan buena la dinámica que nos comió mucho del tiempo que teníamos para la tarde, pero valió la pena, vaya que sí!!
Un momento de trabajo con papel y lápiz, con visos de futuro, que nos explicó Anai para bajar del juego a la realidad, para serenarnos y concentrarnos, para que fuese un momento de paso de las risas, los gritos,… a la oración – reflexión que Roberto nos había preparado para todos.
Aunque tuvimos poco tiempo, pudimos aprovecharla y compartimos sentimientos, momentos de oración con nuestro Señor, dimos gracias y pedimos fuerzas. Es muy muy bonito ver a tantas personas como una familia, rezando y compartiendo su oración. Muy gratificante, muy enriquecedor.
Y queriendo cumplir uno de los objetivos del fin de semana, cenamos juntos, asistimos a un rato de danza al que nos habían invitado en la casa, preparamos la sala donde íbamos a dormir y nos dispusimos a convivir, sin prisas, sin tiempo, sin más que tomarnos una coca-cola, una copa o un trozo de tarta que pusimos para celebrar el cumple de nuestro Baloo. Y nos dieron las 10, y las 11, las 12 y la 1, y las 2 y las 3, como decía la canción. Y alguna hora más para alguno, jajajaja.
Ni los ronquidos, ni el dormir “apretujaos”, ni nada, quita la preciosidad de imagen que es despertarnos todos juntos, niños, respon y padres, en la misma habitación. Es una tontería, o puede parecerlo, pero no es más que la realidad de lo que podemos vivir en un campamento al dormir en tiendas o dormir en un refugio si está lloviendo: todos juntos, como hermanos, como familia, que es lo que somos.
Tras un desayuno reparador, con infusiones y otros regalos de la casa, nos dispusimos a trabajar en la situación actual de nuestro grupo y lo que queremos para el futuro.
Si el fin de semana estaba siendo bueno, buenísimo, lo que pasó el domingo por la mañana fue fabuloso, no por lo mágico, sino por la implicación de todos. Un análisis de la situación de nuestro grupo, partiendo de las raíces, de nuestros orígenes, de lo que nos ha llevado hasta el momento en el que estamos, nos permitió abrir muchos puntos de debate, donde todos aportamos y de todos aprendimos, donde comprendimos algunas de las necesidades, vimos algunas de nuestras carencias, pero también nuestras virtudes y triunfos, nuestras alegrías.
Todos compartimos, todos hablamos y surgieron muchas ideas para el futuro, que plasmamos en un compromiso de trabajo, en un “vamos a hacer de esto un gran grupo”.
Y entre esos compromisos salió uno buenísimo. He dicho algunas palabras sobre los Castores, algo de los Lobatos y de los Rangers, algo de los Pioneros, pero faltaba una rama: los Rutas, nuestros hermanos mayores.
Su lema, “Rutas… ¡Servir!”, se va a ver reflejado en que van a pasar unos días en la Casa de Acogida, sirviendo y conviviendo con la gente de allí, “devolviendo” lo que ellos hacen por todos, aprendiendo y aportando, comprendiendo y colaborando.
Lo que comenzó con dudas por mi parte, ya que no tenía muy claro si este fin de semana iba a ir bien, no sabía si íbamos a entrar en las dinámicas, si íbamos a convivir de verdad, si la mañana del domingo se podía ir al traste si la gente no aportaba o no había confianza para hablar, ha acabado en algo que me llevo de verdad en el corazón.
Me siento muy orgulloso de formar parte de este grupo, de tener a una gente maravillosa, de un kraal que es capaz de todo, de quitarse de su tiempo para darlo a los niños, de pasar muchas horas trabajando en beneficio de algo que igual no llegan a ver, que es el desarrollo de nuestros hijos; de unos padres colaboradores y amantes de niños y kraal, que nos miman cuando tienen que hacerlo y que nos dicen las cosas cuando hay un clima adecuado para ello.
Me siento orgulloso de un equipazo que es Coordinación, con sus cosas buenas y regulares, que sabe escuchar a todo el mundo y ponerse en su lugar, que es firme en las decisiones, pero que no es cabezota (bueno, igual yo sí, un poco); de Anai, que trabaja como una mula, que escucha a todos y cada uno, que interioriza y que expresa, desde el mayor de los cariños, lo que debemos y no debemos hacer; de Ale, que aporta la visión correcta de situaciones en las que no sabemos ver el final, que dice las cosas con una serenidad pasmosa, que sirve desde el anonimato, que sabe siempre cuál es el camino, cuál es nuestro norte.
He echado de menos a mucha gente, nos habríais alegrado, nos habríais aportado muchas cosas y sabed que os he tenido presentes y he rezado también por vosotros.
No puedo, y tampoco quiero, terminar sin dar las gracias a Rafa y a Mey, por su empecinamiento en que conociéramos la casa y su gente, por conseguirlo a pesar de las intentonas fallidas, por su disposición siempre.
Y, por supuesto, a Mariló y toda la Casa de Acogida Pepe Bravo, por TODO, absolutamente TODO lo vivido este fin de semana allí. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.
Como decía al principio, hay momentos que no nos damos cuenta de que se nos han escapado, que han pasado y que se fueron, que no parecían ser especiales y que hasta los borramos de nuestra mente.
Pero hay otros, como los vividos este fin de semana, que perduran, que asientan algo en nuestros corazones, que nos obligan y también nos apaciguan, que nos hacen reflexionar y que nos llenan, que alivian cargas y que nos cargan de energía para continuar.
Este fin de semana, para mí, ha sido especial. Me lo llevo en el corazón y sé que lo he compartido con mi familia scout.
Perdón por lo malo que haya hecho y gracias por lo recibido. Os quiero, y mucho.
TODOS SOMOS UNO
Hay demasiada división en el mundo, como para echar más leña al fuego. Por eso lo de este fin de semana ha sido un bello ejercicio por un mundo mejor.
La Casa de Acogida de Alozaina nos ha abierto sus puertas para acoger a un buen número de padres, responsables y niños en la noble tarea de planificar los próximos meses o incluso años de nuestro grupo Scout SEK. Pero no ha sido un simple visita turística revestida de solidaridad. Ha sido puro mestizaje. No podíamos haber elegido un mejor sitio para abordar nuestra tarea y sentirnos interpelados por su realidad. Como grupo Scout, hemos aprendido que hay personas de carne y hueso como Mariló con un «siempre listos para servir» llevado al extremo de sus vidas las 24 horas del día. Que hay personas como Inga que, de su párkinson, han hecho todo un regalo al prójimo en forma de ejemplo de superación. Que hay Nachas por el mundo que van repartiendo amor y abrazos sea en la acogida a bebés o a personas al borde de sus precipicios personales. Que hay rincones que de sólo pisarlos te llenan de energía y de ganas por construir un mundo mejor. Que no todo se rige por el dinero, por el precio y por el interés, y que no hay mejor apelación a la conciencia que el «Deja lo que puedas, coge lo que necesitas» del Camino de Santiago, y también de esta Casa. Que es posible confrontarnos e incluso estar en desacuerdo, si lo hacemos con respeto, con afán de construir, y con un fuerte abrazo o un gran aplauso como colofón. Que el una «cervecita» o un «cafelito» compartidos tomando el sol obran milagros en el contagio de ilusión. Que hay personas que sin apenas recursos, te dan de su sopa, de sus callos veganos o de su humus mañanero, porque entienden que la acogida no va de servicios contratados ni de paquetes turísticos. Que la esencia scout se puede encontrar por todos lados: en un poema recitado mientras el cuerpo convulsiona, en una danza extasiada o en un poema en hebreo, en una oración compartida en grupo, en unas risas provocadas por unos ronquidos, en un perezoso despertar de 60 personas compartiendo tatami, en una tormenta de ideas para seguir creciendo, en un baile improvisado junto a una barra de un bar, en un juego de «lobo» a las 2 de la mañana, en el «cachondeo» generado con la dinámica de los vecinos…
Hemos vivido un maravilloso fin de semana en una maravillosa Casa de Acogida. Magnífica invitación a ACOGER.
Hemos compartido preciosos momentos con gente que rehace vidas, que da segundas oportunidades a quienes las perdieron, que unen los mil trozos de vidas hechas añicos. Magnífica invitación a UNIR.
Hemos respirado servicio y entrega al prójimo sin miramientos, sin condiciones, sin contraprestaciones.
Magnífica invitación a SERVIR.
Será bueno darle la vuelta a la canción: «Ahora sé que el cielo no está lejos; Nosotros tampoco».
FOTOS: https://www.facebook.com/CasaAcogidaAlozaina/posts/810117532450990
CORAZONES VERDES
29 de Diciembre 2014
«Los scouts son una gran familia». Eso dicen todos los que han sido o son scouts. Pero hay detalles que tocan esa vena familiar que todos tenemos. A mí me tocó hace dos noches.
Tuvimos que llevar a nuestra hija pequeña al campamento por la noche, con retraso, por una serie de circunstancias. Aprovechamos y pasamos a recoger unas medicinas extraviadas para el Padre Tejera. Esa mañana, otra familia se había desvivido para llevar a nuestros nuestros otros dos hijos en su coche a la acampada, dada nuestra imposibilidad para hacerlo…Todas esas acciones, bellos detalles de cariño y confianza que se realizan en cualquier familia. Pero la guinda fue por la noche. Cuando íbamos a despedirnos de todos tras dejar a nuestra hija, se hizo un mágico ritual que nos dejó con la «baba caída»: tras lavarse los dientes, los castores, los más «chiquitillos» del lugar, se acercaban en fila a la cocina de campamento, donde los padres voluntarios, se afanaban en acabar de recoger cacerolas y enseres. Uno por uno, los castorcillos recibían un tierno beso de buenas noches por cada padre y madre allí presentes, para reconfortarles en la que, quizás, sería la primera noche que iban a pasar alejados de su mamá o de su papá. Las caras de los niños eran de una ilusión maravillosa: a fin de cuentas nunca habrían recibido tantos besos de buenas noches. Y la de los padres «prestados» no lo era menos. Un precioso gesto que evidencia hasta qué punto nuestros hijos están en buenas manos.
Sin duda: una gran familia, llena de mágicos momentos.
16 de Diciembre 2014
Hace algún tiempo, la llama de la paz se volvía a recoger en Belén, en medio de los conflictos armados que rodeaban la ciudad que vio nacer a nuestro Niño Dios.
Un niño, símbolo de pureza, scout, símbolo de la paz, volvía a traernos la esperanza de que un mundo mejor es posible.
Esa llama, la luz de la paz de Belén, emprendía un camino largo, que hoy llegaba a Andalucía, a Antequera.
Es impresionante ver a tantos scouts de todas las ciudades andaluzas acercarse a un pueblo a recoger una luz que se llevarán a sus ciudades para que continúe el camino, el camino de la paz.
Algo debe tener esa llama, esa luz, para que se movilice tanta gente, para que se haga un viaje de tantos kilómetros.
Y, además, es fantástico volver a ver a hermanos scouts de todos los rincones andaluces, saludándose con ganas, riendo y compartiendo sus cosas antes de la ceremonia, durante y después, queriendo aparecer todos en las fotos de todos, da igual de donde sea el fotógrafo.
Incluso, en los próximos días, muchos estaremos en Senegal, al menos en imágenes, pues hoy han estado con nosotros scouts de aquel país que nos pilla tan lejos.
De Málaga hemos ido tres respon, acompañando a nuestro presidente, Pablo Castellanos: Anai, Marta y yo.
Lo hemos vivido con alegría y con ilusión y estamos deseando que llegue ya el viernes para poder estar junto a todos vosotros en el Sagrado Corazón primero, procesión después y celebración final en la Catedral.
Nos hemos vuelto de Antequera con la sensación de que el niño que recogió la luz en Belén podía sentirse orgulloso de nosotros, con la sensación de que podemos y debemos seguir transmitiendo esa paz, ser la luz que ilumine los rincones oscuros de nuestro barrio y ciudad, de continuar la cadena.
Estoy muy agradecido por la experiencia vivida a Pablo, a Anai y a Marta y sabed que llevábamos a todo el grupo, niños, respon y padres, con nosotros.
Gracias, gracias, gracias.
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LA COMUNIÓN DE EVA: MI INICIO COMO SCOUT
Los hombres no lloran. Y menos en público. Aquel día yo lo hice «como una magdalena». Hasta mis hijos se asustaron al verme. Pero no había por qué preocuparse. Era de puro gozo. La vida no da demasiadas ocasiones para que el corazón se expanda, y aquel día el mío se expandió tanto que debía salir por algún lado, y lo hizo por los ojos.
Somos una familia de 3 hijos, y desde hace tiempo andamos en la búsqueda de un mundo mejor para vivir. Creemos que en esa búsqueda es bueno replantearse las prioridades en la vida. Por eso quisimos que nuestros hijos entraran en los Scouts hace varios años. Ellos estaban muy contentos, y nosotros también. Pero, con sinceridad, era una de las muchas actividades que hacemos en nuestra incesante búsqueda. En nuestro interior, los Scouts constituían un círculo más de actividades: cosas que hacer, hacer y hacer. Quizás por eso, cuando nos propusieron que, como padres, nos involucráramos más, no encontrábamos la forma de hacer hueco dentro de tantas idas y venidas.
Sin embargo el pasado año surgió la posibilidad de que Eva hiciera la comunión con los Scouts. Dentro de nuestro concepto de la espiritualidad y la fe, no hay mucho sitio para comuniones «bodorrio», para trajes de princesa, o para banquetes multitudinarios. Creemos en las cosas sencillas y de corazón, más que las llenas de «floripondios» pero vacías por dentro. Por eso la posibilidad nos ilusionó. Lo que no esperábamos es que nos introducíamos en algo más que «un día de comunión». Nos introducíamos de lleno en la esencia de lo que es «SER Scout».
Cuando los padres apuntamos a los Scouts a nuestros hijos, a veces, en el fondo, les apuntamos a «una actividad más», que les aleja de peligros como las «litronas» o las malas compañías. Pero si nos quedamos sólo en eso, quizás nos podemos estar perdiendo parte de la riqueza de lo que es «Ser Scout». Y creo que la integración entre Padres, Niñ@s y «Repon»hay una enorme riqueza. No se trata de que «nuestros hijos vayan a los Scouts», se trata de vivir en familia esa «esencia Scout».
Organizar la logística de la comunión «codo con codo» con otros padres, nos permitió conocer desde dentro, y durante semanas, la abnegación de otros padres del comité, que por el simple hecho de «estar siempre dispuestos a servir» dedicaban fines de semana enteros por ayudar a que ese fin de semana fuese inolvidable para nuestra hija y otros pocos niños. Nos permitió ver cómo se afanaban en limpiar letrinas padres y «respon» a los que no les iba nada en ese día. Nos permitió conocer la generosidad silenciosa de muchas caras anónimas en cada detalle: en las canciones, en la liturgia, en la decoración, en la limpieza, en la preparación de las mesas y de la paella, en la atención a nuestros parientes y amigos invitados al evento…Un precioso trabajo coral y en equipo, en el que nadie trataba de destacar más que nadie. Un verdadero ejemplo vivo de lo que es vivir en comunidad, y de lo que realmente significa la «comunión» (del latín «communĭo», término que hace referencia a «participar en lo común»).
Fueron muchos momentos de «comunión» antes y después del día de la celebración. Días de preparativos y de generosidad derramada. Y por ello, en plena ceremonia no pude, ni quise, reprimir las lágrimas de emoción. Creo que en ese momento sellé mi alianza como Scout. Ahora soy parte del Comité. Y estoy dispuesto para servir.